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La radiancia máxima de la piel sólo consigue con el tratamiento más adecuado. Recuerda, no todo vale...

Nuestro organismo está expuesto a múltiples agresiones ambientales externas tales como la radiación ultravioleta (UVA y UVB), la polución, nicotina, hidrocarburos producidos por vehículos a motor,…, pero también agresiones internas como la debida a algunos alimentos o estrés que generan también los indeseados radicales libres.

La vitamina C o ácido L-ascórbico desempeña en nuestro organismo diferentes funciones, especialmente actúa como co-factor en la síntesis del tejido proteico conectivo, el colágeno.

La vitamina C tiene una alta capacidad para actuar como antirradicales libres, evitando así la oxidación celular. Estos radicales libres degradan las fibras de colágeno y elastina, oxidan la membrana celular y pueden crear alteraciones a nivel del ADN de las células, o sea, causa envejecimiento prematuro, pérdida de elasticidad de la piel, hiperpigmentación, en general desvitaliza la imagen.

La vitamina C no es capaz nuestro organismo de producirla, razón por la cual debemos aportarla al mismo a través de alimentos o bebidas. Del mismo modo, la piel también necesita de la vitamina C. La vitamina C vía tópica es fundamental para alcanzar una piel saludable y protegida de la amenaza de los radicales libres. Sintetiza colágeno, hace recobrar la elasticidad aportando firmeza a la piel y hace que se recobre el tono uniforme y luminoso de la piel reduciendo manchas oscuras y decoloración local (despigmentante).



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